Nos llegó hace solo unos pocos días la triste, la muy triste
noticia de la muerte de Teresa Vieitez, de Tere como la llamábamos todos. Te ha
tocado a ti Mariano, y lo siento, ser portavoz de tan cruel misiva.
Sabíamos de tu dolor, de tus
silencios, de tu deterioro exponencial, … pero nadie podía imaginar que
estuvieras tan cerca de este momento. Y es que Tere, tus palabras sonrientes
resuenan aún en nuestros oídos. Tu forma de sentir, de ser, aquellos viajes
inolvidables que nos regalaste son el contrapunto perfecto de lo efímero de tu
vida.
Cuenta Antoine de Saint-Exupéry que
el Principito, en sus viajes por los pequeños planetas de su galaxia, se
encontró con un geógrafo que anotaba, en un gran libro de registro, montañas,
ríos, estrellas y que el Principito quiso registrar su flor (aquella rosa entre
las rosas que había dejado en su planeta), y que el geógrafo le dijo:
—No registramos flores, porque no se puede tomar como
referencia las cosas efímeras.
También cuenta Saint-Exupéri que cuando
el Principito escuchó esto, se entristeció mucho, ya que se había dado cuenta de
que su rosa era efímera.
Cuando leímos, cuando integramos que tú,
Tere, habías dejado este mundo, un dolor profundo, un sentido de desaparición y
orfandad llenó nuestras almas. Pero a pesar de lo que el geógrafo le dijo al Principito,
a pesar de tu vida efímera, hemos registrado en nuestras vidas tu buen humor,
tu sonrisa, tu originalidad, tu cariño, tu generosidad, tu alma.
Haciendo mías las palabras de Horacio
Balzac en Papa Gorriot, vemos cuando la tarde ha caído, que un crepúsculo húmedo
irrita nuestros nervios, miramos tu tumba y enterramos en ella nuestra última
lágrima de joven, esa lágrima que desde la tierra se remonta hasta los cielos.
Es más, nos cruzamos de brazos,
contemplando las nubes y gritamos al unísono como si estuviéramos en Galicia,
en Vigo, en las Cíes, ¡Tere, ahora nos vemos!
No podíamos callar en este momento,
no podíamos dejar de darte las gracias, a ti y a tus familiares, no podíamos
dejar de recordar otros momentos más jóvenes, más lejanos, pero menos profundos
y de gritar con el viento: ¡Yace ya
alguien de quien se puede decir sin temor a equivocarnos que hizo todo para ser
feliz y lo consiguió! ¡Y que hizo todo para que fuéramos felices!
Tú has volado a mejores tierras. Dicen
que por allá la luz es permanente, que tú te mueves sin descanso de estrella a
estrella y que descansas sin moverte, tan pronto amapola como rosa, lirio hecho
margarita o tulipán blanco.
Tere reza por nosotros eso que tú ya recuerdas,
para que el pan sea pan de cada día y el trigo un poco de verano florecido.
No has muerto, lo sé, estás allá
donde el tiempo no sabe de horas, donde nada es efímero, donde el mañana ávido
borrará hasta la ausencia, porque allá estaremos contigo.
Descansa en Paz
Misa de Funeral, Madrid, 20 de
octubre de 2017
Francisco J. Sánchez Muniz
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