lunes, 25 de septiembre de 2017

Los cerdos también vienen a tu mesa

Cinco de septiembre, siete horas de la mañana. En Rector Royo Villanova todo es desorden, un auténtico caos. Duele la suciedad hasta la médula. Un coche intenta aparcar en una isleta, junto a la residencia universitaria Galdós. Cruje una botella de ron y esparce por la calle restos del destilado que contiene y decenas de cristales. La otra rueda delantera aplasta vasos de plástico que desparraman olor y ruido. Un poco más allá un peatón sortea y pisotea sin querer bolsas de plástico que yacen por doquier y dificultan su paso, algunas vacías, otras con cascos que aún darían para más copas.



El vértigo es total, la vergüenza aún mayor. Se diría que los cerdos se acercan a la mesa de la Universidad. A treinta metros de mi asombro dos barrenderos se afanan para que aquello no recuerde en lo más mínimo lo que es ahora. Viajo a mi adolescencia, a mis tiempos de estudiante y nada encuentro, solo queda avergonzarme de mi momento, de mis universitarios, de mi generación que debió hablar y sembrar en silencio, sin el más mínimo empuje.

Miro el reloj y adivino que los jueves perdieron ya su protagonismo, que no importa el día, que la noche, cualquier noche es punto de encuentro de gente que aprieta, que tapona, que arremete, sin importarle donde, ni por qué.
Paradoja total, la cita es junto a la Facultad de Educación. El destino también quiere una Complutense sucia, borracha de alcohol y repleta de sin sentido; para que nada extrañe, para que duela el recuerdo mientras viva, para que podamos enseñar lo que es bello y lo que es vida, que la felicidad es salud y capacidad para olvidar, que la transigencia total, que hasta la policía contribuye a que la calle sea peatonal y propiedad de aquellos que allí no viven. ¡Universidad modélica! La élite está aquí y me topo de bruces con ella.



Veinticuatro horas después, de nuevo el espanto, la recolección casi ha terminado y las bolsas llenas son testimonio de la cacofonía de los hechos. ¿Anoche también? –pregunto a un basurero. Casi sin mirarme responde-Sí, esto ya es el pan de todos los días. Hago unas fotos y continúo mi marcha, tengo prisa y quiero evitar más espanto.


Sé que puedo parecer carca, viejo, anacrónico pero no me queda más que añadir -¡Definitivamente, Complutese, los cerdos comen y beben en tu mesa!


Septiembre 2017, empezando el curso

2 comentarios:

  1. La verdad es que es lamentable el estado en que queda esa zona después de una de esas quedadas multitudinarias que cada vez son más habituales.
    No sé por qué la diversión de algunos ha de ir acompañada de tanta suciedad e incivismo.
    Besos.

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  2. Coincido con Kirke Libris, ¿en que país vivimos? ¿Ya no se saben divertir nuestros jovenes? Bebiendo sin parar, y sin importar la basura que dejan alrededor. Sí, todos los parques, Universidades, y algunos enclaves se llenan día si, y dia también de basura, litronas de cerveza, cualquier cosa vale para "colocarse". Una pena.

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