A veces un programa de
música te engancha en maneras impensables, y te sientes monje, o al menos
espíritu y navegas por las notas como navegó Ulises, enfrentándose a las
sirenas y a las tempestades, llegando incluso a la esencia de las cosas y
rezando un poco, ante el miedo, la incertidumbre o la belleza
Cantando en Gregoriano
Dolían las manos. El frío calaba más allá de los huesos.
Nada de lo que llevaba puesto parecía frenar ni un ápice la humedad gélida de
la huyente madrugada. No obstante, detrás de los cristales, en la capilla,
aquellos hábitos gruesos, intemporales permitían perderse, sin saber bien cómo,
en el calor de las salmodias que llenaban los huecos del momento.
Hasta el alma se perdía en aquellos cantos profundos que
hacían amar lo imposible. Levitaban sus espíritus hacia el infinito, hasta
darse de bruces con lo que más vive, la luz perfecta, la esperanza del momento,
lo anhelado, las entretelas de Dios, Dios.
17 de Marzo, 2017. Camino de Málaga, escuchando la radio.
Para algunos el canto gregoriano es la mejor conexión con Dios a través de la música. La única vez que yo he oído ese canto en vivo y en directo (creo que fue en la catedral de Burgos) reconozco que me puso la carne de gallina, y no fue por el frío porque era agosto.
ResponderEliminarQué bien aprovechaste ese programa de radio si te hizo escribir esto.
Besos.