miércoles, 21 de septiembre de 2016

¡Felicidades Kiko!



Hoy 21 de septiembre, como hace justo 29 años me he despertado temprano, muy temprano. Ha sido una noche inquieta
Sobre las cinco y media ha sonado un eco musical delatando que un nuevo mensaje había entrado en uno de los móviles. Tu madre acudía celosa al teléfono buscando encontrar noticias de aquí y allende los mares. Yo he girado en la cama, mirado el reloj y recordado aquella noche, hace ya tanto tiempo, en la que tu madre, también despierta contemplaba por la ventana una tormenta lejana, allá en la sierra, esperando su propia tormenta generosa de aquel día.
Al despertarme le pregunté ajeno a lo que sucedía -Sara, cariño, ¿por qué no duermes?
-Paco, -me contestó –creo estoy de parto. -¿Estás segura? le pregunté de nuevo.
Luego los acontecimientos fueron los que tú sabes, los que nos has oído contar muchas veces. Una larga espera, un montón de inquietudes, un sinfín de números y minutos escritos de forma compulsiva, pero ordenada en un papel que aún atesoramos. La rotura de tu bolsa, el encajamiento un parto duro, primerizo que hizo a tu madre fuerte, héroe, madre.
Sonriente, a la larga espera en la puerta del paritorio, un médico acercándose a mí me comentó -Todo estupendo, solo le falta echarse novia- y al rato te pusieron entre mis brazos.
Eras precioso, rosado, blandito, indefenso, pequeño, recién nacido, llenando de ilusión y realidad nuestros corazones y nuestra casa.
Has sido norte de nuestras actuaciones, la vida en la casa de los Sánchez Bastida ha girado en torno a ti muchas veces, muchas veces. Me he sentido padre contigo en tantas ocasiones, estudiando, montando en bicicleta, recordando, soñar en poder ser útil. He sido muchas veces algo duro, quizás incomprensible, pero he querido ser padre sobre todo y tú me lo has hecho saber y sentir. Gracias.
Hoy en tu 29 cumpleaños estamos aquí de nuevo para mírate a los ojos y seguir peleando contigo, para decirte -¡la vida está ahí, es fantástica, cómetela!
¡El tiempo siempre vuela! A mi me gustaría de nuevo cogerte entre mis brazos y levantarte alto para ver como sonríes, participar de la fiesta de tu baño antes de la cena y de ir a dormir y despertarme a veces para seguir dándote el biberón como tantas veces y hablarte de Chunchín y de tantos cuentos olvidados que inventé para ti, cuando cada noche me decías -¡Hazme cosquillas!
Ser padre es tener un hijo y decirlo y pregonarlo y sentirlo y mostrarse orgulloso.
Han llegado a mí, casi por azar, unos versos, un soneto de Pablo Neruda que quiero sea mi mejor regalo de cumpleaños, que cuando te sientas sólo, alegre o triste, lo leas y releas hoy y en todos tus cumpleaños, que cuando lo leas recuerdes este momento, este día.
Gracias Kiko por permitir iluminarnos con tu luz, por creer que somos y seremos.




Tal vez no ser es ser sin que tú seas,
sin que vayas cortando el mediodía
como una flor azul, sin que camines
más tarde por la niebla y los ladrillos,

sin esa luz que llevas en la mano
que tal vez otros no verán dorada,
que tal vez nadie supo que crecía
como el origen rojo de la rosa,

sin que seas, en fin, sin que vinieras
brusca, incitante, a conocer mi vida,
ráfaga de rosal, trigo del viento,

y desde entonces soy porque tú eres,
y desde entonces eres, soy y somos
y por amor seré, será, seremos

(Soneto LXIX. 100 Sonetos de Amor de Pablo Neruda).

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